Papel y boli: la resiliencia y el entrenador de fútbol, de José Mato

“No hay problema que no podamos resolver juntos, y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos”

Lyndon Johnson.

 

Este artículo nace de las problemáticas más comunes que pueden sufrir los entrenadores en el desarrollo de sus labores o funciones (principalmente, adaptarse en grupos de trabajo y soportar elevados grados de presión e incertidumbre) y que dificultan la conquista de los objetivos decretados. Ante esta disyuntiva entra en juego una competencia que, hoy en día, es tendencia: la resiliencia. El objetivo principal es aclarar el término y proponer una línea de actitudes y comportamientos que ayude al entrenador a ser mejor y potenciar su entorno.

Tras una breve revisión bibliográfica podemos conceptualizar la resiliencia como una capacidad, habilidad o atributo de las personas:

– Resistencia frente a la destrucción, es decir, aquella capacidad para proteger la propia identidad bajo presión; además de forjar un comportamiento vital positivo pese a circunstancias difíciles (Vanistendael, 1994).

– Característica observada en ciertos individuos, que les permite superar, resistir y afrontar las situaciones vitales adversas de una forma más eficaz y con más recursos que la mayoría de las personas (Schiera, 2005).

– Adaptabilidad para adaptarse a situaciones de crisis o de cambio apoyándose en actitudes positivas para salir reforzado de las mismas (Mª José Fraile, 2010).

 

Considero importante valorar algunas de las dimensiones que varios autores (Gaxiola et al., 2011) definen:

  1. Tendencia a enfrentar los problemas y búsqueda de apoyos.
  2. Actitud positiva. Abarca enfoque positivo de la vida, búsqueda de personas positivas, disposición para el aprendizaje ante los problemas y el tratar de ser feliz a pesar de las contrariedades que se enfrentan cotidianamente.
  3. Sentido del humor. Disposición a sonreír, incluso ante situaciones difíciles.
  4. Empatía. Entender y compartir los estados emocionales de las demás personas.
  5. Persistencia del esfuerzo para lograr metas a pesar de las dificultades y habilidad para reajustarlas.
  6. Creencia en las propias capacidades para organizar y ejecutar los cursos de acción requeridos que producirán determinados logros o resultados.
  7. Tendencia a esperar resultados positivos.
  8. Orientación hacia la meta. Tener aspiraciones y hacer lo necesario para lograrlas.

 

Evitando polemizar sobre la confusión conceptual existente en cuanto a estas dimensiones y la realidad de la resiliencia como competencia, me apodero de las anteriormente mencionadas para ayudar al lector a transferir el estudio a su día a día.

Debemos comenzar haciendo un ejercicio de autocrítica y extrapolarlo hacia nuestra estructura organizativa (directivos, jefes de sección, coordinadores, etc.), ¿transmito prudencia, confianza en mis capacidades? Al entrenador lo puede llevar a relajarse o a desmotivarse. Por otro lado, ¿tengo clara la pauta de mis conductas? Puede que la respuesta sea negativa, pero más allá de claudicar, la alternativa inteligente es la búsqueda de soluciones y alimentar esta actitud en uno mismo y promoverlas entre tus compañeros.

¿Pudo controlar Isaac Newton la manzana que le llevó a “encontrar” la ley de la gravedad? Es por esto que debemos recordar, “controla lo controlable”. No siempre es posible comprometer en esta causa a todos los que nos rodean, pero busca la colaboración y potencia la comunicación que existe con tus cercanos. No conseguirás instaurar una atmósfera resiliente si no existe transparencia y la información no es la apropiada.

Influimos en nuestro entorno y nos introducimos en aquellos que nos ayudan a evolucionar, concluyo con esto que nada queda al azar y que las personas se acercarán o alejarán de nosotros en función de lo que provoquemos en ellas. Cualquier momento es clave para fortalecer dicho entorno, impulsar optimismo, fortalecer relaciones, favorecer al desenvolvimiento de la resiliencia en tu “yo” y en el “nosotros”. Cualquier momento es sensible “lo que no suma, resta” y puede debilitarnos; es por esto, que la predisposición debe ser una constante.

Para finalizar, quisiera recalcar la importancia que tiene esta capacidad para la felicidad del entrenador y que no existe realmente complejidad en su puesta en práctica si realmente nos mentalizamos de ello. Sintetizo las dimensiones que tratamos en una frase: “afrontar los problemas con una actitud positiva, optimismo y sentido del humor, ser perseverante, empático y tener las metas claras desde la autoeficacia”.

 

#papelyboliFdB

@Jose__Mato

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