Papel y boli: Refuerzo ¿positivo?, de Kike Sanfiz

“Um treinador é alguém que se torna cada vez mais desnecessário”

Julio Garganta

En la actualidad se ha pasado a entender el juego, así como todo lo que rodea el mismo, como un fenómeno de naturaleza compleja, dinámica, no lineal, etc… donde la incertidumbre cobra un papel importante. Esta serie de propiedades que caracterizan el juego provoca que en cada realidad existan diferentes percepciones sobre la información y posibilidades de acción dentro del mismo, es decir, un feedback intrínseco y único obtenido por cada uno durante la participación directa en la realidad dinámica que supone ser el juego en caso de los jugadores y la observación externa en caso de los entrenadores.

Desde la perspectiva externa del entrenador, la intervención en el propio juego es diferente. Esta puede provenir tanto a través de la propuesta de determinados contextos de práctica de forma intencional durante el proceso de entrenamiento o bien mediante el propio feedback que este pueda aportar desde el exterior, ya sea sobre la realización o el resultado alcanzado durante cualquier acción dentro del propio juego.

“de la forma en como configuramos el entorno, es la forma como vamos a percibir después y solicitar las respuestas a nuestros jugadores. Mucho más importante de lo que les decimos es como configuramos el ambiente para que sin decirles nada sean obligados a tener el comportamiento que queremos”

Jaime Sampaio

Esta participación y corrección externa resulta importante en la formación de cualquier futbolista, no obstante, puede que no siempre exista una relación lineal entre una mayor cantidad de información emitida por el entrenador, en relación a la ejecución o resolución de cualquier situación del juego, con un incremento del rendimiento y la eficacia durante el mismo. Incluso en ocasiones, la falta de esa información podrá promover una resolución de los problemas y exigencias ante los cuales se ve expuesto cada jugador de mayor autonomía, posibilitando el desarrollo de respuestas adaptativas alejadas del patrón o de la percepción externa del entrenador, permitiendo a los jugadores la construcción de sus propios aprendizajes y auto-competencias para jugar. En ocasiones, esta posible “feedback-dependencia” podrá llegar a perturbar las posibilidades de aprendizaje e inhibir el desarrollo, por parte de cada jugador, de capacidades para localizar su atención en detectar y corregir sus propios errores, así como crear nuevas soluciones alternativas ante diversas situaciones, necesidades o exigencias del propio juego.

El proceso de entrenamiento por lo tanto, parece que juega un papel fundamental en la construcción del talento. No obstante, esta evolución está siempre relacionada a la confianza del propio jugador, a la capacidad que cada uno pueda poseer ante posibles riesgos y desafíos. Confianza condicionada en muchas ocasiones por la participación externa del entrenador, el cual dispondrá de diferentes posibilidades a la hora de orientar los posibles elogios, refuerzos correcciones emitidas desde fuera. Intervenciones que provocarán diferentes reacciones por parte de cada uno de los jugadores y personas implicadas. Dentro de esta amplia diversidad existen diferentes perfiles, los cuales podrán afrontar de diferente manera los diversos desafíos, correcciones y tienen diferentes perspectivas sobre el propio proceso de aprendizaje, el esfuerzo, sus capacidades, etc…

Carol Dweck[1] habla de diferentes actitudes mentales, fija y progresiva. Como <<actitud mental fija>> habla de aquellas personas con el foco atencional centrado en sus capacidades como realidades permanentes y una alta recurrencia a las disculpas como método de protección sobre la propia autoconfianza, ego, etc… Esta percepción de sus propias habilidades como propiedades fijas provoca un rechazo permanente al esfuerzo y a la posibilidad de afrontar nuevos desafíos. Por otra parte pueden existir personas caracterizadas por una <<actitud mental progresiva>>, con su foco atencional centrado en su potencial para evolucionar y desenvolver sus capacidades a base de esfuerzo a largo plazo. Personas que entenderán los desafíos y riesgos como oportunidades de superación en relación a si mismas. De este modo, no todos afrontarán de la misma manera un posible fracaso, a la vez que responderán de forma diferente ante el posible elogio. Aquellos con <<actitud mental fija>> podrán reforzar el foco de atención sobre sus propias habilidades, elevando su ego y quizás provocando un aumento de la dependencia sobre la aprobación y evaluación del propio entrenador. Además, este continuo elogio también podrá incrementar la presión sobre el mismo, disminuyendo las posibilidades de asumir nuevos riesgos, algo esencial a la hora de llevar a cabo respuestas creativas. Por su parte, aquellos con una  <<actitud mental progresiva>>, centrados en aquello que depende de si mismos, podrán percibir el error como una posibilidad más de aprendizaje, previa a una nueva movilización de sus propios recursos para continuar afrontando nuevos retos y desafíos que le permitan aprender y evolucionar en función de sus posibilidades.

Por lo tanto el entrenador, en su día a día, se ve ante una compleja realidad donde su intervención, tanto a la hora de condicionar a sus jugadores a través de la creación de determinados contextos de práctica, como a nivel de feedback, orientando el elogio hacia la propia persona o el esfuerzo que esta pueda llevar a cabo, tendrá diferentes repercusiones en su entorno.

[1] . Dweck, C. (2006). Mindset: The New Psychology of Success.

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