“Ensinar implica dar sentido ao experienciar”
Guilherme Oliveira
En los últimos años se ha venido asumiendo la realidad del fútbol, dada su complejidad, como un fenómeno multidimensional estudiado desde diferentes áreas y perspectivas. Entendiendo el juego como sistema dinámico y complejo, así como le sucede a los sistemas vivos que componen la naturaleza, el propio juego emerge cerca del caos, es decir, lejos del equilibrio estable, permitiendo la existencia de fluctuaciones y realidades de carácter no lineal en constante evolución. El entrenador se convierte, dentro de esta inestabilidad e incertidumbre, en orientador de este proceso de auto-eco-organización a través de la alineación de uno u otro futbolista, potenciando determinadas interacciones entre ellos, propuesta de diferentes contextos de práctica, intervención, etc… Condicionando el proceso, a través de esta serie de factores, con el fin de provocar un mayor número y calidad de aquellas situaciones o dinámicas de ventaja de las cuales saque partido el propio equipo, situaciones que serán únicas y diferentes en función de los jugadores y colectivo en cuestión.
“de la forma en como configuramos el entorno, es la forma como vamos a percibir después y solicitar las respuestas a nuestros jugadores. Mucho más importante de lo que les decimos es como configuramos el ambiente para que sin decirles nada sean obligados a tener el comportamiento que queremos”
Jaime Sampaio
La relación existente entre las diferentes variables que intervengan en el proceso representarán una determinada información especifica que provocará una percepción única por parte de cada jugador quienes, en función de sus experiencias deberán de adaptar sus respuestas al entorno en cuestión. Cada vez se valora en mayor medida la importancia de la especificidad en el entrenamiento, ¿pero esta práctica específica es siempre representativa? Es decir, ¿proponemos durante la práctica tareas que representen y potencien a nivel comportamental, informacional y funcional el juego a nivel colectivo?. Quizás en muchos casos, nuestro mayor error puede ser el intentar convertir esta <<impredicibilidad>> en <<predicibilidad>>, siendo posible que más que condicionar u orientar, lleguemos a limitar las posibilidades de interacción más que promover compatibilidades entre los propios futbolistas.
“Nosotros intentamos que haya elementos específicos del juego repetidos en variación. Porque si yo hago siempre lo mismo contra ti, igual a la tercera vez me pillas el truco. ¿Que debemos hacer y entrenar? Debemos construir situaciones de juego en las que la repetición automática no tenga valor. Debemos reducir los automatismos del juego. (…) Lo que debemos de trabajar, aunque primero debemos de descubrirlas, son las interacciones eficientes que existen entre los jugadores”
Seirul.lo
Está claro que al intervenir proponiendo determinadas tareas ya estamos condicionando y limitando las posibles soluciones de nuestros jugadores en determinada dirección que entendemos como conveniente en ese determinado momento y contexto. No obstante, la propuesta de contextos de práctica en variabilidad, provocará la resolución de similares acciones y situaciones en condiciones diferentes, ante particulares exigencias y necesidades dentro del propio juego. Esto podrá permitir el descubrir las potencialidades de cada uno en interacción con el resto, convirtiéndose en un instrumento imprescindible a la hora de construir hábitos a nivel comportamental dentro del juego.
Paco Seirul.lo habla de la idea de <<potencia prospectiva>> como la capacidad de un jugador de resolver una situación de juego de las más variadas formas posibles. De este modo, <<reducir>> la gama de posibles soluciones por parte del jugador en una determinada tarea, aunque este también pueda ser eficaz a través de otros comportamientos, podrá condicionar sus posteriores intervenciones en determinada dirección, provocando una mayor propensión de estas situaciones a corto plazo. La complejidad se presenta, por lo tanto, en que esta serie de condicionamientos y selección de contenidos faciliten un incremento del entendimiento y gama de recursos de los cuales disponga el jugador, ampliando su <<potencia prospectiva>> a largo plazo. De este modo, más que tareas más o menos buenas, estas podrán tener más o menos coherencia en relación al contexto, situaciones espacio-temporales a provocar, posibilidades de interacción junto al resto, mayores o menores propensiones de esas situaciones pretendidas, serán diseñadas para un momento, perfil de jugadores, etc… es decir, reuniendo aquellas condiciones tanto a nivel estructural como funcional, que provoquen determinada significatividad y con ello la creación de nuevos hábitos en cada uno de los jugadores, permitiéndoles tener nuevas oportunidades para educar o desarrollar su potencial poniéndose a prueba continuamente.
De este modo, los entrenadores tendremos el complejo desafío de, a través de la propuesta de prácticas en variabilidad y mecanismos subconscientes del hábito, orientar las diversas competencias del jugador para poder decidir de forma autónoma, que no <<autómata>>, optimizando adaptaciones dentro de las diferentes situaciones que exija el propio juego. Todo ello en la búsqueda por descubrir y optimizar las potenciales interacciones de cada jugador en relación al resto a través de la creación de un clima emocional de aprendizaje e implicación que resulte positivo.
#papelyboliFdB
Me gusta mucho el enfoque que le has dado a tu blog. Apenas lo voy conociendo hoy pero creo que voy a leer la mayoría de los artículos, son muy interesantes.
Saludos y éxitos.